Lloraba frente al espejo y lo hacía recordando aquel tiempo que me
encontré a mí mismo. Sollozaba por aquella época que estuve solo, viviendo con
mis miedos, pues estando solo aprendí a superarlos y empecé a ser consciente de
mis propias capacidades. Habité mis propios anhelos, me habitué a vivir
conmigo, sin aquellas cadenas que había arrastrado desde hace años y en la
libertad de verme solo, fui dando rienda suelta a mis inquietudes. Crecí
estudiando, pasando horas en aquella casa de La Laguna, desde donde veía el
océano y las montañas y a lo lejos, la otra isla que me vio nacer. Añoro
aquella vida, rodeado de gente que entraba y salía, de momentos
compartidos, emociones y risas. Y cada vez que vuelvo, parece que una parte de
esa vida me envuelve, pero siempre solo, sin ruidos externos, paseando y
meditando a través del patrimonio de mis recuerdos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario