¿Quién marca el hilo del tiempo y la culminación del destino? Uno intenta
enhebrarlo, pero a veces, no depende sino de las circunstancias, de los
hacedores que manipulan el reloj de arena. ¿Qué nos queda entonces? Pues seguir
tejiendo esa tela invisible y confeccionar nuestros sueños desde la creatividad,
es ahí donde reside la cadena que nos une a nuestras esperanzas. En silencio,
la rueca continúa recogiendo la madeja de hijo rojo, a la espera de encontrar
su propio final.
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