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lunes, 11 de febrero de 2019


Los barcos no zarpan hacía el océano. La quietud se refleja en el agua. Los mástiles se enhiestan en ese cielo, sin velámenes. Del viaje que no circundan, queda aquel sueño de una partida, expandida en palabras, aún sin pronunciar. Imagina por un momento que eres el patrón de tu propio velero, cargando amarras para comenzar a navegar por el destino.