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miércoles, 17 de abril de 2019

En esa soledad que cada mañana me cobija con sus abrazos, he ido descubriendo la necesidad de sentirme pleno pero a veces, la inspiración se desborda por espacios que se han desligado de mí. Cuando la angustia ha denostado el consuelo, la soledad me  cobija entre sus atolondrados abrazos. En ese momento, vuelvo a escuchar las palabras claves para mitigar cualquier dolor y se genera un nuevo impulso creativo, el reflejo de una ausencia. 




El tiempo sabe que no me parezco a él aunque vea similitudes. Su muerte no fue una despedida, pues la última partida fue un adiós desde el silencio y el dolor. El hijo vive en el padre y este vivirá en su leve recuerdo. La distancia del viaje marcado por nuestros destinos fue distinta y mi razón para existir la he ido comprendiendo, a medida que el destino me ha abierto el mismo lugar donde existió.



Solo quiero que me dejes mirar desde el vacío para rellenar el espacio, dejado por la tristeza. Solo deseo que retorne la vitalidad, a veces, amonestada y resquebrajada por esa desilusión. Solo ansió contemplar de nuevo, la tierra y sus árboles, ese silencio donde estas siempre tú, llenando ese sentimiento vacuo con la quietud.