Derrochamos energías en la banalidad que destroza el ánimo, cuando el perfume que exhala esta vida, es el consuelo de estar vivo. Siéntete orgulloso de lo que eres. Da gracias por todo aquello conseguido, aunque sea poco. A cada paso, se consume una derrota para lograr el ansia y la motivación. Regálate esos momentos de insatisfacción, de inocencia, forma parte de una vida que constantemente se mueve. El aburrimiento y la agonía, solo se desvirtúa con la constancia. Conmuévete, respira el aroma de esa calma, de esa fluctuación para combatir el abatimiento. Solo con ser es suficiente, solo con sentirte ya tienes un camino recorrido por ahora, el futuro es tan incierto que apenas hay fuerzas para contemplar cada presente.   

Te presentí en la nada, detrás de la bruma que encapotaba el cielo. Sentí la omnipresencia del olvido, todo era turbio pero al menos tu solemnidad me hizo presagiar el sosiego. En lo sublime, se despertó de nuevo mi conciencia y me reencontré con la vida en su máxima plenitud. No hay que transcender ya solo el pálpito que converge en este cuerpo, es suficiente para desvelar la belleza de cada instante. 

Soy amante de la soledad, enamorado de la ausencia pues de ella, sueño con la experiencia de viejos encuentros en aquellos pasillos, testimoniados por el deseo entre caricias y besos.  Esa voluptuosidad la he ido perdiendo, en aquellos momentos encontrados, no anhelados ni soñados, solo alcanzados por el azar. Y ahora que el deseo vaga por otros círculos, cuando el amor no forma parte de mi existencia, me conformo con la ensoñación de todas aquellas aventuras amatorias que son la suma de un amor esquivo.