Del
cielo azul donde la omnipresencia de tu mirada lo abarca todo, nació una
nebulosa, plagada de sueños y nubes cargadas de ilusión. Nada presagiaba un
viento triste, ni una tormenta, salvo la quietud del mañana, tendido por la
mano siempre solaz de la aurora. Sueña,
sigue oteando el infinito desde el iris que te otorgó Urizen para ver más allá
de la vida, el significado de las palabras. Medita bajo lo sublime, contempla
la naturaleza como los viejos hijos de los lagos, deja que fluya ese demiurgo
que azota la pereza.
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