El
tiempo sabe que no me parezco a él aunque vea similitudes. Su muerte no fue una
despedida, pues la última partida fue un adiós desde el silencio y el dolor. El
hijo vive en el padre y este vivirá en su leve recuerdo. La distancia del viaje
marcado por nuestros destinos fue distinta y mi razón para existir la he ido
comprendiendo, a medida que el destino me ha abierto el mismo lugar donde
existió.
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