Entre
las altas cumbres, sumidas por el mar de nubes, vagan los espíritus de aquellos
hombres y mujeres que se precipitaron al vacío, huyendo de sus cautivadores. No
hay lamentos ni sollozos, salvo la omnipresencia de almas que pasean entre la
bruma, cuando esa lluvia de invierno los pasea por sus viejos lugares al
encuentro de su pasado.
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