Me
eduque entre libros, me educaron las palabras pues nadie supo dar respuesta a
mis desvelos. Crecí entre libros, intentado restaurar la ilusión frente a la amonestación
que con frecuencia sufrí en mi adolescencia. Y sin embargo, me encontré con
unos maestros que me enseñaron a encarar la adversidad impuesta, con una
actitud insumisa, haciendo nacer en mí, la ironía que disfraza el pesimismo, el
hedonismo como forma de sublimar mi vida. Vuelvo a los libros, cuando sufro,
cuando lloro, cuando se desgrana la tristeza y entre palabras, aprendo a
educarme contra el desánimo.
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