Esta reina a la que todos y todas temen, lleva una corona de incertidumbres. Cada piedra preciosa que brilla le otorga un poder: la sinrazón, la mezquindad, el egoísmo, la ansiedad y la suspicacia. Detrás de ella, se esconde una cohorte de intereses ocultos y su mirada es la presunción de una crisis que se asoma tras un conflicto. Si la respiramos podemos morir pero es peor su mirada vacilante, una mirada de cifras y números que va generando la defunción de nuestros anhelos de libertad y futuro. No sé si podremos desterrarla, condenarla al ostracismo pero al menos nos cuidamos de ella pese a que este aislamiento, es la situación perfecta para postergarnos hacia un abismo de entropía y control de nuestras vidas, nuestros ecosistemas. Así que no perdáis la cordura, debemos estar alerta, si dejamos que se asiente en nuestras vidas, se coronara por siempre como dueña de nuestras existencias, a través del miedo, la superstición y la alienación. 

El sentimiento más puro que debe otorgar luz en tu vida es la lealtad a ti mismo por encima de esa impureza marchita determinada por el vacío. Pon candidez a tus palabras cuando estas sean verdaderas pues el encanto solo se expresa si eres sincero contigo mismo. Recupera siempre esos votos que te prometiste en el espejo de lo absoluto y verás como la vida, estará siempre vibrando en tu costado.

Los pétalos han caído sí pero solo ante tus ojos. La belleza queda prendida en tu recuerdo y la vida se sumerge en una infinita estela de sueños. Quiérete siempre, amate siempre. Sabes bien que en esa mirada franca, aparecen los reflejos de palabras cobrando el sentido de lo efímero.

Recuerda que un fruto que empieza a pudrirse, corrompe a otro y así sucesivamente hasta el final de nuestra existencia. Los pensamientos amargos atraen esa tristeza que te impide apreciar la belleza de lo cotidiano. Por eso, elimina ese fruto ácido y exprime el jugo que hay en tus emociones, depura tu ánimo, enfréntate a la vida y verás sanar tu alma quebrada. 

Palabras y más palabras que devoran. Bocas que lanzan soflamas en nombre de la nada y mientras la vida se marchita. Vanidad de vanidades, donde germinaron antes los versos solo hay palabras baldías. 

La perfección no existe salvo en la naturaleza del deseo y es través de lo imperfecto, donde reside la auténtica belleza. La forma es pura evanescencia pero el alma que la cobija, es una perfecta conjunción entre vida y arte, plenitud de una existencia única. 

Del quebranto a la triste, hay un solo paso. Y en el proceso, las emociones se marchitan y vuelve esa plenitud que marca el silencio. Se desnuda la verdad pero el corazón, se vuelve frágil y en la decadencia de los días, retorna fuerte. Ese ramo es solo belleza momentánea, vida en suspensión y contemplarlo, te recuerda que sin belleza, no hay sino vacío.