Como
arterias que interconectan con una realidad digitalizada, construimos relaciones etéreas,
desapasionadas y dúctiles. Nos comunicamos a través de simples toques de
teclado, intercalando números, datos efímeros que constituyen una vida
artificiosa. Nos alejamos de la realidad, a través de interconexiones
eléctricas, pulsaciones descarnadas, palabras e imágenes objetivadas que
esconden una falta de apreciación del inconsciente colectivo. Somos solo
objetos consumibles, mediatizados por la presencia intangible de la carne y el
dolor. Niégate a sentirte codificado, datado, cosificado pues la única sangre
que recorre las arterias de tu cuerpo, está hecha con el flujo de la vida.
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