Sal de tu crisálida, al hombre y la
mujer se le conoce por sus palabras y acciones pero su género no queda definido
por su sexo sino por el cúmulo de sentimientos, emociones, religión, cultura,
ideología, psicología, identidad cultural y étnica, condicionantes
socioeconómicos y demás premisas que responden a la diversidad. Eso es la parte
de un todo, la figura esencial del ser queer, la definición correcta de lo
distinto, raro o extraño que se niega a definirse en lo estrictamente normativo
y que muchos o muchas, se empecinan demonizar. Yo puedo viajar de un lado al
otro, desde mi anima y mi animus, desde mis preferencias culturales que me
conmueven, de manera difusa para sostener que lo más importante es ser siempre
uno mismo. Vence los prejuicios de los
que pretenden encasillarte y se difuso, eso desconcierta a aquellos o aquellas
que no ven más allá de sus propias convicciones caducadas. Hay que
relativizarlo todo para poder llegar a comprender que el sentido del ser, es la
libertad de querer ser cualquier identidad suprema que acepta lo distinto como
conciencia viva, una especie de alma queer.
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