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lunes, 18 de mayo de 2020








Sal de tu crisálida, al hombre y la mujer se le conoce por sus palabras y acciones pero su género no queda definido por su sexo sino por el cúmulo de sentimientos, emociones, religión, cultura, ideología, psicología, identidad cultural y étnica, condicionantes socioeconómicos y demás premisas que responden a la diversidad. Eso es la parte de un todo, la figura esencial del ser queer, la definición correcta de lo distinto, raro o extraño que se niega a definirse en lo estrictamente normativo y que muchos o muchas, se empecinan demonizar. Yo puedo viajar de un lado al otro, desde mi anima y mi animus, desde mis preferencias culturales que me conmueven, de manera difusa para sostener que lo más importante es ser siempre uno mismo.  Vence los prejuicios de los que pretenden encasillarte y se difuso, eso desconcierta a aquellos o aquellas que no ven más allá de sus propias convicciones caducadas. Hay que relativizarlo todo para poder llegar a comprender que el sentido del ser, es la libertad de querer ser cualquier identidad suprema que acepta lo distinto como conciencia viva, una especie de alma queer. 









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