No
hay tiempo, solo vacío. No hay horas, ni minutos, ni segundos, sino un espacio vacuo entre lo
sombrío y la luz, entre el silencio y las palabras, acompasado por la nada, de
la cual, renace un tiempo sincopado por este presente donde solo puedes estar.
Mueres en cada momento y al mismo tiempo, se regenera tu ser.
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viernes, 31 de agosto de 2018
El
tiempo nos devora como Cronos devoró a sus hijos pero de la tierra, donde nacen
las simientes del conocimiento, resurge de nuevo, la pasión de la que se
alimenta el espíritu intemporal de la creación. Triste quien se deja devorar
por el tiempo marcado pues en el Universo, la vida no es sino un instante.
miércoles, 29 de agosto de 2018
Acaricio
el tiempo para darme el ímpetu que genera el tránsito de vida. Lo acaricio como
un amante silencioso, dejando que la arena me haga olvidar esa incertidumbre
que a diario, me hace sentir esta vida en suspensión. Me turba el presente y no
veo el mañana, el futuro es solo un instante en el reloj de las eras, pero debo
acariciarlo para ubicarme solo, sin más, tras mi conciencia vital.
lunes, 27 de agosto de 2018
Adagio
No
remuevas tantos los recuerdos, son solo pasajes en la memoria. La verdad
siempre se desnuda cuando aparece en silencio y no hay certeza que al final no
sea desvelada. Abrázate a ella, quien no entienda de que están cincelados tus
sueños y desvelos, si solo frivoliza sin rozar levemente un trazo de tus
palabras, no es digno de compartir tu lecho.
viernes, 24 de agosto de 2018
Debajo de la sombrilla lloraba su
pena. Y más allá donde se divisaba el puente, esa bruma lo ha invadido todo
tras la tormenta de verano. Su amante se fue aprovechando la confusión y ella
se quedó sola, ahuyentando las miradas ajenas por pudor. Sabía que tenía que
volver a su casa, pero no podía, lo había abandonado todo por él, así que se
tiró al rió buscando el consuelo de los seres del inframundo.
sábado, 18 de agosto de 2018
Este dolor no quema, no abrasa, solo
enciende la pasión que circula por mis venas. Exangüe me quedé tras tanta desengaño
y la llama vuelve a inflamar la vida que corre por ese cuerpo maltrecho. No
puedo dejarme abandonar a esa tristeza, ni dejar que amortajen mi cuerpo los
hacedores de la adversidad. He avivado
tantas veces este fuego en mi cuerpo escindido por el dolor y el desengaño que
me vuelvo ígneo, para arremeter contra la injusticia, la depresión y reconvertirlas
en llamaradas, que vencen cualquier destino fatuo.
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