Acaricio
el tiempo para darme el ímpetu que genera el tránsito de vida. Lo acaricio como
un amante silencioso, dejando que la arena me haga olvidar esa incertidumbre
que a diario, me hace sentir esta vida en suspensión. Me turba el presente y no
veo el mañana, el futuro es solo un instante en el reloj de las eras, pero debo
acariciarlo para ubicarme solo, sin más, tras mi conciencia vital.
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