Este dolor no quema, no abrasa, solo
enciende la pasión que circula por mis venas. Exangüe me quedé tras tanta desengaño
y la llama vuelve a inflamar la vida que corre por ese cuerpo maltrecho. No
puedo dejarme abandonar a esa tristeza, ni dejar que amortajen mi cuerpo los
hacedores de la adversidad. He avivado
tantas veces este fuego en mi cuerpo escindido por el dolor y el desengaño que
me vuelvo ígneo, para arremeter contra la injusticia, la depresión y reconvertirlas
en llamaradas, que vencen cualquier destino fatuo.
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