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jueves, 14 de junio de 2018


Del arabesco nacieron sus palabras, meditando las azuras y orando por la vida. Soñó con jardines, repletos de azucenas, alhelíes, claveles de vivos colores, en un palacio ubicado en la cima montañosa. El olor del romero, se mezclaba con el tomillo, el jazmín, el espliego y la menta, trasmutando la pena en una felicidad eterna. Allí, los estanques drenaban el agua para musicalizar las fuentes del deseo y en cada nota, lo deseado se convertía en efímero placer. En una de las salas, debajo de los mocárabes que simulaban la oquedad de una cueva, yacía sentado entre grandes cojines, pensativo, escuchando solo el eco silencioso del agua viajando por aquellas fuentes. En aquella fortaleza roja, la vida se contemplaba desde la belleza y la ausencia pero un día, las huestes cristianas entraron y tomaron posición de ella. El último sultán acobardado, huyo con algunos de sus súbditos, mientras él tuvo que emigrar a otros lugares, desde entonces, cada noche tenía ese mismo sueño, Alhambra. 


miércoles, 13 de junio de 2018



Nihil Obstat

Nadie ni nada me acallará, ni siquiera con su mordaza silenciosa. He atravesado circunstancias adversas pero de ellas, he salido, cuidando siempre mi paciencia por encima del yugo opresivo y la marginación. Se empecinan en ponernos un precio, una tasa aritmética con dígitos pero mi vida solo tiene un valor, la consistencia del esfuerzo, la libertad de crear y dar validez a mis pensamientos. No aprenden nunca los censores, no saben de subterfugios, muchas almas inquietas hemos solventado su “nihil obstat”, convirtiendo palabras e imágenes en símbolos. Los censores son gente triste, despreciables, abyectos, mediocres, adláteres de ideólogos, tecnócratas, mediocres, movidos solo por el culto al desprecio por la dignidad del individuo. Por eso, si me censuras, volveré a arremeter contra tu ignorancia, convirtiendo mis palabras e imágenes, en una estética del absurdo que subyuga la opresión del  conocimiento.

lunes, 11 de junio de 2018






Y su deseo languidecía, se mecía entre las sombras. Su mano friccionaba el calor que desprendía su concupiscencia, ante el agravio del encuentro no consumado. El único contacto que sentía su cuerpo adolescente, era el tacto de su propio tacto ungido por el sudor de la lujuria. No encontraba más placer que su sexo a solas, un pacto silencioso y onanista entre su cuerpo y sus deseos más ensoñadores. Pecado, más que pecado, eso le dijeron cuando era simplemente púbero, palabras maledicentes, vertidas por mentes obtusas. Sin embargo, empezó a descubrir que el sexo es el clamor de la vida. La sensualidad, portadora de sensaciones apabiladas por su paroxismo, fantaseando cuerpos friccionados, escenas de amor imaginadas por una mente ávida de sexo, abierta al conocimiento prohibido. Cuando se despertó su atractivo, se dejó abandonar, abatiendo el pudor, viajando por el sexo dominado y sumiso, ardiente y sucio, placentero y casi místico hasta que sublimó su deseo, una vez hubo viajado entre tanto universo corpóreo. La insatisfacción lo devolvió a su propio cuerpo, su mano volvió a conjugar su sexo en la soledad de aquel primer placer que tanto le había llevado a la ensoñación.

sábado, 9 de junio de 2018



Scriptorium

En este lugar, pasó las horas, recapitulando historias, exudando frases y palabras. Al igual que un monje, copio viejos manuscritos hacinados en mis pensamientos, a veces cáusticos y plúmbeos pues están adheridos a la melancolía. Otras simplemente, son historias que intentan retraer el pasado para dimensionar mi futuro hacia un destino incierto. Releo, reescribo, rebusco y recapacito. Es una tarea que cansa la mirada pero refuerza la vida que se me escapa, culminando el tiempo del espacio vacío. Visualizo cada trama como una imagen pregnante, aquella que se aparece en las sombras, tras la luz de un recuerdo, tras la estela de una historia que nace y muere en mi memoria. Va apareciendo, otras se escapa, diamantada tras el reflejo del absurdo o la ficción, pero está ahí, pendiente a hacer entintada. Salvo escribir, salvo plasmar las imágenes que son diario de mis desvelos ¿Qué puedo hacer en esta única vida? Es la savia que surca estas venas, es el antídoto que da vitalidad a esta mente conjurada al caos, buscando siempre una ventana que se abre sin previo aviso: la imaginación. 

miércoles, 6 de junio de 2018




Si ves que los días no son de provecho, no te turbes, descansa en el anhelo. Si las flores están secas y mustias, déjalas morir, solo es una vida suspendida que exhuma el eco de un recuerdo. Si la vida te parece fútil, no debe importarte. Riega la tierra con las semillas de las palabras, tarde o temprano, germinarán las frases. Cultiva tu jardín, verás cómo poco a poco brotará el conocimiento. Solo deja que el tiempo, te haga aprender el verdadero significado del placer, del sentido vital de lo cotidiano.


martes, 5 de junio de 2018




Obsérvate, no eres apariencia ni desvelo, solo una cara difuminada en el espejo  del tiempo. Eres tú, producto de un instante obturado, una silueta diafragmática, reflejada por la luz blanca que iluminaba esa ventana. Detrás de ella, solo había un pequeño jarrón con rosas de textura plástica,  inertes al tacto, sin vida, envueltas en sombras. No había temor, no había un ánima perdida, solo tu reflejo congelado en un momento. Tu rostro no mostraba dolor, esbozaba una leve sonrisa, solo hay que saber mirar lo si haces desde la distancia, desde el escepticismo.  Ríete de los fantasmas, no serán visibles si dejas que el miedo arrogue tu mente despierta, se replegaran hacía el abismo. Allí, estábamos solo dos, tu reflejo y yo, mirando a través de esta máquina que todo lo atrapa, viendo solo eso, una imagen capturada por la luz y el tiempo que tantas veces, compartimos juntos, querida amiga.