Scriptorium
En
este lugar, pasó las horas, recapitulando historias, exudando frases y
palabras. Al igual que un monje, copio viejos manuscritos hacinados en mis pensamientos,
a veces cáusticos y plúmbeos pues están adheridos a la melancolía. Otras
simplemente, son historias que intentan retraer el pasado para dimensionar mi futuro
hacia un destino incierto. Releo, reescribo, rebusco y recapacito. Es una tarea
que cansa la mirada pero refuerza la vida que se me escapa, culminando el
tiempo del espacio vacío. Visualizo cada trama como una imagen pregnante,
aquella que se aparece en las sombras, tras la luz de un recuerdo, tras la
estela de una historia que nace y muere en mi memoria. Va apareciendo, otras se
escapa, diamantada tras el reflejo del absurdo o la ficción, pero está ahí, pendiente
a hacer entintada. Salvo escribir, salvo plasmar las imágenes que son diario de
mis desvelos ¿Qué puedo hacer en esta única vida? Es la savia que surca estas
venas, es el antídoto que da vitalidad a esta mente conjurada al caos, buscando
siempre una ventana que se abre sin previo aviso: la imaginación.
¡Cuán reflejada me veo¡
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