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jueves, 5 de julio de 2018



Muerde la conciencia, aguijonea la mente. Del desengaño, viene la verdad que desmonta la mentira. Amonesta esa pereza que suicida el desconcierto. Sin embargo, conmueve, remueve, cual picadura de escorpión para hacer despertar la conciencia aletargada. El veneno recorre mis venas, el deseo de ser, el desapego del yo, la búsqueda del otro, el espíritu que se niega a ser simplemente cuerpo fragmentado. De la muerte de los sentidos, surge la eclosión del alma confusa, siempre indagando en lo absoluto. 

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