Los niños de Alepo
lloran, hasta sus muñecos lloran porque ya no juegan con ellos. Su infancia ha
sido demudada por la guerra, hacia un tiempo donde la oscuridad ha agolpado su
inocencia. Los infantes de Alepo sollozan su tristeza tras esa constante perdida,
la hermana que murió, el hermano herido en un bombardeo. Lloran y lloran pero
sus lágrimas no conmueven a los hombres impíos, las calles donde corren y
saltan, están cubiertas de ceniza y polvo. ¿Cuándo dejaran los niños de llorar
en busca de consuelo? Ya no miraran igual hacia el futuro con la misma
ingenuidad, se han hecho viejos. ¿Qué debemos hacer para restablecer sus
miradas inquietas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario