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lunes, 2 de julio de 2018






Los niños de Alepo lloran, hasta sus muñecos lloran porque ya no juegan con ellos. Su infancia ha sido demudada por la guerra, hacia un tiempo donde la oscuridad ha agolpado su inocencia. Los infantes de Alepo sollozan su tristeza tras esa constante perdida, la hermana que murió, el hermano herido en un bombardeo. Lloran y lloran pero sus lágrimas no conmueven a los hombres impíos, las calles donde corren y saltan, están cubiertas de ceniza y polvo. ¿Cuándo dejaran los niños de llorar en busca de consuelo? Ya no miraran igual hacia el futuro con la misma ingenuidad, se han hecho viejos. ¿Qué debemos hacer para restablecer sus miradas inquietas? 






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