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martes, 24 de abril de 2018

El Perro Azul

Los perros deambulan por Zipaquirá, sin miedo a los hombres y mujeres del casco viejo, corretean por las calles, juegan entre ellos, a veces, se apostan en la plaza como si realizaran un cónclave canino. Por la noche, algunos buscan refugio debajo de los portales, otros se apostan en las esquinas o en las puertas de los restaurantes para comerse las sobras. No asustan a nadie, van tranquilos por esas calles empedradas, como si fueran parte de la vida de los lugareños. Dicen que Gabriel García Márquez, siendo adolescente, cuando estudiaba en el Liceo, hoy la Casa del Nobel, tuvo un canino de ojos tan claros que le inspiró su libro de relatos titulado “Ojos de perro azul”. Aquella noche, un perro de raza indescriptible, estaba tumbado, mirando hacía la otra calle, no sé si esperaba a que le dieran alguna migaja, pero al verlo, me fije que tenía los ojos azules, tan azules como los míos, melancólicos y distantes. No pude rechazar la invitación del momento y desde estos mis ojos azules, estos ojos venidos de otras latitudes, lo capturaron en aquella noche de Zipaquirá.

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