Mi alma es como una
mariposa que intenta alzar el vuelo, suspendida en un árbol seco, cuyas raíces
intentan aferrarse al suelo detrás del cristal. Es un alma abatida,
contemplativa, sumida en el hedonismo y que espera enraizarse en la tierra. Sin
embargo, es un ánima atrapada, aislada del mundo que circunda esas apariencias,
los egos encorsetados, la adversidad, el intelecto despótico. A veces, quisiera
que se rompiera el cristal pero tengo miedo, la belleza me escuda contra lo
siniestro y lo siniestro me acompaña al acompañarme hacia la luz. Una vez se
rompió el cristal, me dejó laxo frente a todo y me mantuve indemne pero otra
vez, ese dolor recubrió mi alma escindida para reconstruirme, acristalarme,
suspendido en la memoria del tiempo.
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