Vistas de página en total

martes, 24 de abril de 2018





El viajero iba de peregrinación por  los santuarios de Delfos, al acercarse al Templo de Apolo, pudo leer dos inscripciones en uno de sus dinteles: “Conócete a ti mismo” y “Nada en exceso”. Llevaba el rostro tapado con una máscara de una tragedia, ni siquiera se le podían ver los ojos, la llevaba atada a su mano y con la otra, recitaba aquellos versos como salmodias, conjurando palabras que arremetían contra el dolor. No sé conocía a sí mismo, no conocía vida más allá de los personajes que debía interpretar en el teatro de las apariencias. A través del oráculo le elevó a Apolo una súplica: permíteme desprenderme de esta máscara para poder ver mi sombra. En aquel momento, un día de otoño, el hombre consiguió quitarse aquella máscara, ya dejó de vivir otras vidas para vivir la suya propia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario