Me dejé llevar, me
dejé abandonar por ti, intentando estabilizar la balsa de tu naufragio y al
final casi me ahogo entre esas aguas turbulentas. Llené el vacío de tu océano con mis lágrimas y
desbordaste el mío con las tuyas pero en esta abatida del destino, logré volver
a mi orilla. Ahora lo comprendo todo, ahora el agua corre por mi propio océano,
con sus turbulencias, pero son mías, de ella renazco, en ella me envuelvo, en
ella, puedo salir de un breve naufragio, surcando otros océanos que me colmaran
con su experiencia. Ahora me toca nadar entre remolinos de dolor, entre
marejadas de ausencia, de tu ausencia, con la pleamar entristecida y turbia
pero sé que de nuevo, volverán las aguas del olvido para que el viento musite
mi nombre.
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