Miré los muros de la vieja casa,
cual observa “los muros de la vieja patria”, tal como versó el poeta. Casi todo
está en ruinas, desolado y triste. Trozos del techo están esparcidos en el
suelo, despojos del pasado más reciente. El tejado sostenido por una columna,
vertebra la habitación donde las luces y las sombras se quiebran. ¿Cuántos
moradores habrán dormido bajo su refugio? Ahí sigue, apurando las inclemencias
del tiempo, deshabitada, sin futuro. Al fondo, entre los soportales, se atisba
un cielo limpio, soleado, la maleza apenas ha crecido entre sus paramentos pero
crecerá, si alguien no corta sus raíces. No hay puertas, el aire entra y sale a
su antojo, arrastrando su historia y gravitando en silencio, con sigilo, la
estela de un pasado dormido. Las paredes aún resisten, esperando quizás sean
revestidas con nuevos anhelos, habitando los espacios con una vida llena de
promesas, promesas que muchas veces son incumplidas.
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jueves, 31 de mayo de 2018
lunes, 28 de mayo de 2018
Las Pocetas de Villa de
Leyva
En
las lagunas no hay vida pero se refleja. El agua cambia de color con el sol,
desde el azul al verde esmeralda. Es entonces, cuando la vida se manifiesta.
Los árboles se inclinan hacía esas sombras y vivifican el alma aturdida,
enalteciendo al caminante que busca inspirarse en su silencio. No son pozos de
recuerdo, ni fuentes de plenitud, son lagunas donde las palabras huecas brotan
en el aire. El tiempo parece haberse escondido, el vacío es solo un reducto
mimético de las circunstancias, la serenidad acompaña cada paso, los recuerdos
se disipan. Son siete pozos, siete escalas en el camino hacía una eternidad
infundada, cada uno un trozo del cielo que antaño, los indígenas observaban
desde sus ojos inocentes.
domingo, 27 de mayo de 2018
Se subió a aquellos zapatos plateados
para sentirse altiva. Sin embargo, le apretaban tanto como cadenas oprimiendo
su paso por la vida. Le habían enseñado que llevar tacones le daba poder,
prestancia y sensualidad pero ella no entendía esos convencionalismos, aquellos
zapatos le producían llagas y un dolor ímprobo en su espíritu libre. Se
preguntó por qué los hombres habían dejado de ponerse tacones hace dos siglos y
ella debía llevar, aquellos insufribles y duros zapatos pues andaba como
ingrávida, sosteniendo el equilibrio. Lo entendió el día que se resistió a
seguir poniéndoselos, liberándose de esas ataduras de argento, resplandecientes
pero represivas.
viernes, 25 de mayo de 2018
Hay
veces que es mejor no decir nada pues todo está ya dicho. Dejamos pasar el
tiempo, raudo y veloz. La vida es un instante si lo comparamos con ese inconmensurable
Universo que nos agita en silencio. Nuestra existencia es solo una ráfaga fugaz
de circunstancias, pasa rápido cuando menos te lo esperas. Por eso, súrcala,
dale brío, muévete, movilízala, da
rienda suelta a tus emociones, a tus sueños. No te pares, salvo para retomarla,
dinamiza esos sentidos que parecen dormidos, juega con ellos para vivir sin
demora.
martes, 22 de mayo de 2018
El
cielo de Madrid se me abrió, tras una simple llamada y una simple respuesta. Entonces
volví a abrir mi diario para recopilar cada vivencia, cada encuentro fortuito,
cada momento pasajero. Debía hacerlo y así lo hice. De nuevo, transité sus
calles, me adentré en el silencio de sus
viejos recodos, de su anonimato, viviendo cada experiencia como si fuera la
primera y última. De cada vicisitud, aprendí el valor mi libertad, absorbiendo
la esencia de cada circunstancia, de cada nueva historia. En esos días plenos
de luz, pude esconderme entre las sombras para aprehender lo prohibido e
iluminarme en la reflexión. Fui levitando por aquellas calles hasta el día que
el cielo se volvió asfixiante, necesitaba la humedad que surca nuestro cielo. Cerré
de nuevo mi diario. Mi crónica de aquellos días acabó y comenzó el periplo del
regreso, al inicio indeterminado de la ausencia, a su recuerdo cuando en el mes
de mayo, el cielo resplandece de luz.
lunes, 21 de mayo de 2018
Murió la novia con su traje blanco de
organdí y seda, esperando al novio que nunca llegó. Él se había ido a tierras
lejanas en busca de fortuna y ella le prometió que aguardaría su retorno. Su
familia le había dicho con frecuencia que no volvería, lo habían tomado por un
bribón y pusilánime, incapaz de amarla. Sin embargo, Rosa se sentaba todos los
días en la misma silla, anhelando su regreso, con el ramo preparado, un bouquet
de rosas rojas recogidas del jardín. Enloqueció tras treinta años de anhelo, apostada
en aquel viejo asiento, vestida con el traje de novia, llorando su recuerdo,
sujetando un ramo tras otro de rosas rojas. Rosa falleció de tristeza, ataviada
de blanco y en aquel día tan funesto, las rosas del jardín se volvieron
mustias. La casa donde vivió y feneció, fue abandonada, sus hermanos fueron a
otras latitudes pero dicen los lugareños que si alguien se adentra en las
habitaciones, puede oír la voz de Rosa preguntando: ¿Por fin has llegado?
viernes, 18 de mayo de 2018
Me
golpea en el pecho, este amor innombrable. Me sacude, con el síncope de un
dolor que palpita su recuerdo. Lo intento olvidar pero se resiste, certero
aparece un día como hoy, haciéndome temblar por sus caricias y besos. Es
entonces, cuando me fustigo para enardecer el amor que no llega, ese otro que
se filtra en el corazón, el que debe brillar en cada ausencia. Duele pero se
presenta aquí, debajo de mi pecho, más fuerte, misericordioso, dispuesto a
morar para refutar el olvido y destellar al alba.
miércoles, 16 de mayo de 2018
La silla está vacía. Las paredes son
capas de papel intercaladas, cada una es una sucinta historia de vidas anónimas
que ya no transitan esta habitación. Se mudaron hacía otros lugares quizás
buscando una nueva existencia. Dejaron solo el rumor del silencio impregnado en la
consistencia de sus muros, resistentes al paso de la luz y las inclemencias del
tiempo. No hay fantasmas, debe ser que no hubo una tragedia que los dimensionaran
a este espacio. Solo hay un sigilo, la silla sigue ahí, como un objeto más, arrimada,
junto a la pared, esperando a que alguien, habite la ausencia.
martes, 15 de mayo de 2018
Reinscribieron la
historia como en un palimpsesto, borrando el pasado para sustituirlo por el
olvido. Las calles están vacías, la noche callada da paso a una luz taciturna que
ilumina los recodos de esta vieja iglesia. Hay una farola apagada, es la
ausencia de la memoria, nada hacen por encenderla, no han restituido su luz y
parte del tiempo se ha detenido. Los muros de esa Iglesia han resistido
centurias y los árboles dan cobijo a los viejos recuerdos, ellos son los únicos
testigos del pasado. Seguimos denostados, aislados y en ese silencio que se ha
perpetuado años y años, hemos conservado nuestras vicisitudes. La ciudad queda
cerca pero se distancia de nosotros, se encarama a nuestro paisaje cuando
necesita ampliar su fisonomía. Sin embargo, nos mantiene igual de desterrados,
apátridas, invisibles, tarde o temprano vendrán a nuestras casas pidiendo dádivas
a cambio de promesas que no cumplen. Camino,
paseo por los vetustos lugares donde se fraguó mi infancia y el dolor ha dado
paso a una tristeza turbia, han vuelto aquellos años olvidados. Entonces, he
comprendido que la pertenencia se consolida con lo cotidiano, rememorando paso
a paso el pasado para reconstruir el presente.
domingo, 13 de mayo de 2018
Mi reflejo es una reflexión de mi propio reflejo en el
espejo, a través del obturador del tiempo y la luz que entra por esa ventana
diafragmática. Mi reflejo es la dimensión donde mi identidad juega a ser otro y
al mismo tiempo es mimesis de uno mismo, portal de viajes a universos donde la
conciencia se vuelve visible ante lo invisible. Ese reflejo es constancia de
una experiencia catárquica, quizás incluso expresión de identidades distintas, en
absoluta espera del encuentro con el ser que se muestra tras el espejo. Hay múltiples
reflejos tantos como generan las apariencias, pero detrás de ellas, hay una
parte de mí y siempre está presente el ser ontológico que dormita, aparece y desaparece.
En cada reflejo, hay una vida renacida, transciende el espacio de mi conciencia
aletargada, revive como en una ceremonia de inicio, muerte y resurrección, del
todo al vacío, del momento a la plenitud.
sábado, 12 de mayo de 2018
A contraluz siempre, siguiendo la estela que marco
frente a lo convencional. A contracorriente, buscando mi propio espacio
diferenciado del común dominante. Delante del presente para no prever el futuro
ya de por si incierto, retomando en cada instante de lucidez, esas palabras que
me iluminan. Nada es inmediato, vivimos aferrado a esa intangibilidad, culpable
del olvido, de lo efímero cuando en realidad, nuestra alma siempre quiere la
transcendencia. Yo soy la luz que se cubre con las sombras, que se regenera,
motivada por esa caricia sutil marcada por el demiurgo, resistente a lo vacuo,
siempre a contra luz, siempre a contracorriente.
Se han asentado los pilares de esta casa sobre los
restos de su pasado. Las ventanas se han abierto para mostrar sus recuerdos,
sus muros son invisibles y el tiempo
parece haberse detenido. Nada la sostiene, salvo su reflejo, bajo una capa
infinita de emociones, palabras e historias que quieren restablecer la vida, su
hábitat, las estancias donde otrora dormían las ilusiones. Tu morada está
dentro de ti, se refleja cada vez que intentas seguir el camino, la ruta que
determina tu propio destino.
miércoles, 9 de mayo de 2018
Heme aquí, recuperando el tiempo dormido,
fortaleciendo mi mente con mis impulsos que se fraguan en los pensamientos, en
la conciencia de esos anhelos ontológicos de serlo todo y al mismo tiempo nada.
La vida es un calidoscopio, según se observe, tal como la apreciamos, tal
como nos la dictan y solo nos diferencia, esa intención con la que aprendemos a
derivar nuestras palabras, hechos y emociones. El espacio es solo un resquicio
intemporal que segrega visiones distorsionadas de la realidad, el verdadero
horizonte está aquí dentro, en el habitáculo donde coexisten nuestras percepciones
y actitudes ante lo verdadero. Y es que no hay más morada que aquella donde el
tiempo se reparte entre sabiduría, conocimiento, hedonismo y creatividad.
Ese cielo es un laboratorio de luz que rompe las
aristas de lo irracional. Todo lo
invade, reflectando las ideas, radiando palabras, incidiendo en el presente
para mitigar la oscuridad. A veces, aparece en algún rincón, otras me deslumbra
adquiriendo la forma de un fantasma que musita pensamientos. Esa luz estalla, haciéndome
recordar lo importante que es mantenerse despierto, expectante, desconcertado y
siempre risueño ante la adversidad. Desde aquí todo lo inalcanzable se alcanza,
divisado por esa inquietud pero solo hay que esperar a que se produzca ese
destello. Esa luz esta en ti, déjala entrar por la ventana, irrádiala, deja que
se muestre bajo el prisma de tu imaginación.
martes, 8 de mayo de 2018
Miro
hacia ninguna parte. Nada existe, el cielo azul ha desaparecido por esas nubes
grises que aploman este tiempo, quebrado, demudado hacia el tedio y la
insatisfacción. Solo veo lo que mis ojos quieren ver, lo que la retina me
reflecta a través de esos flashes de luz que dinamizan esa inconsistencia.
Entonces, me devuelve el ánimo esas ráfagas de colores añil, tan fuertes y
oscuros a la vez, tan intensos que demarcan el sentido ingrávido de la
existencia. Un baño de luz índigo, una pátina de azul invade mis ojos celestes,
mezclando esa visión taciturna del tiempo con mi vitalidad, esperando a que los
días vuelvan a tener la claridad que anhelo, luz del mañana.
domingo, 6 de mayo de 2018
¿Y me preguntas quién
soy yo? Un caminante que busca su propia luz siempre, que deja atrás sus
sombras, envueltas en esas máscaras. No importa si me ves como una simple
silueta perdida entre haces de luz. Solo observa, ando descalzo, en absoluta
entrega a los dones que los dioses parecen haberme otorgado. Mírame, aunque me
veas desvanecer, sigo siendo yo, no me he perdido hacía una luz infinita, solo
voy a ella para que venga hacía mí y entregarme. Estoy desnudando mi alma, lo
sé, es una forma de acercarme también a ti para que juntos alcemos las manos
hacía la vida.
Se desparramaron
mis lágrimas, al sentir que los días estaban repletos de ti. ¿Y yo te necesitaba
acaso? ¿No estaba el vaso ya colmado, medio lleno? Aquel vacío lo intenté
llenar contigo pero aprendí que era imposible. Y ahora sigue estando como debe
estar, a medias, sin derramar más gotas de ausencia, sino declinado para no
recaer, ni desbordarme con emociones que intentan suplir ese vacío.
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