Heme aquí, recuperando el tiempo dormido,
fortaleciendo mi mente con mis impulsos que se fraguan en los pensamientos, en
la conciencia de esos anhelos ontológicos de serlo todo y al mismo tiempo nada.
La vida es un calidoscopio, según se observe, tal como la apreciamos, tal
como nos la dictan y solo nos diferencia, esa intención con la que aprendemos a
derivar nuestras palabras, hechos y emociones. El espacio es solo un resquicio
intemporal que segrega visiones distorsionadas de la realidad, el verdadero
horizonte está aquí dentro, en el habitáculo donde coexisten nuestras percepciones
y actitudes ante lo verdadero. Y es que no hay más morada que aquella donde el
tiempo se reparte entre sabiduría, conocimiento, hedonismo y creatividad.
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