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miércoles, 9 de mayo de 2018


Heme aquí, recuperando el tiempo dormido, fortaleciendo mi mente con mis impulsos que se fraguan en los pensamientos, en la conciencia de esos anhelos ontológicos de serlo todo y al mismo tiempo nada. La vida es un calidoscopio, según se observe, tal como la apreciamos, tal como nos la dictan y solo nos diferencia, esa intención con la que aprendemos a derivar nuestras palabras, hechos y emociones. El espacio es solo un resquicio intemporal que segrega visiones distorsionadas de la realidad, el verdadero horizonte está aquí dentro, en el habitáculo donde coexisten nuestras percepciones y actitudes ante lo verdadero. Y es que no hay más morada que aquella donde el tiempo se reparte entre sabiduría, conocimiento, hedonismo y creatividad. 

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