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miércoles, 16 de mayo de 2018



La silla está vacía. Las paredes son capas de papel intercaladas, cada una es una sucinta historia de vidas anónimas que ya no transitan esta habitación. Se mudaron hacía otros lugares quizás buscando una nueva existencia. Dejaron solo el rumor del silencio impregnado en la consistencia de sus muros, resistentes al paso de la luz y las inclemencias del tiempo. No hay fantasmas, debe ser que no hubo una tragedia que los dimensionaran a este espacio. Solo hay un sigilo, la silla sigue ahí, como un objeto más, arrimada, junto a la pared, esperando a que alguien, habite la ausencia.

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