Vistas de página en total

jueves, 31 de mayo de 2018



Miré los muros de la vieja casa, cual observa “los muros de la vieja patria”, tal como versó el poeta. Casi todo está en ruinas, desolado y triste. Trozos del techo están esparcidos en el suelo, despojos del pasado más reciente. El tejado sostenido por una columna, vertebra la habitación donde las luces y las sombras se quiebran. ¿Cuántos moradores habrán dormido bajo su refugio? Ahí sigue, apurando las inclemencias del tiempo, deshabitada, sin futuro. Al fondo, entre los soportales, se atisba un cielo limpio, soleado, la maleza apenas ha crecido entre sus paramentos pero crecerá, si alguien no corta sus raíces. No hay puertas, el aire entra y sale a su antojo, arrastrando su historia y gravitando en silencio, con sigilo, la estela de un pasado dormido. Las paredes aún resisten, esperando quizás sean revestidas con nuevos anhelos, habitando los espacios con una vida llena de promesas, promesas que muchas veces son incumplidas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario