Me
golpea en el pecho, este amor innombrable. Me sacude, con el síncope de un
dolor que palpita su recuerdo. Lo intento olvidar pero se resiste, certero
aparece un día como hoy, haciéndome temblar por sus caricias y besos. Es
entonces, cuando me fustigo para enardecer el amor que no llega, ese otro que
se filtra en el corazón, el que debe brillar en cada ausencia. Duele pero se
presenta aquí, debajo de mi pecho, más fuerte, misericordioso, dispuesto a
morar para refutar el olvido y destellar al alba.
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