Las Pocetas de Villa de
Leyva
En
las lagunas no hay vida pero se refleja. El agua cambia de color con el sol,
desde el azul al verde esmeralda. Es entonces, cuando la vida se manifiesta.
Los árboles se inclinan hacía esas sombras y vivifican el alma aturdida,
enalteciendo al caminante que busca inspirarse en su silencio. No son pozos de
recuerdo, ni fuentes de plenitud, son lagunas donde las palabras huecas brotan
en el aire. El tiempo parece haberse escondido, el vacío es solo un reducto
mimético de las circunstancias, la serenidad acompaña cada paso, los recuerdos
se disipan. Son siete pozos, siete escalas en el camino hacía una eternidad
infundada, cada uno un trozo del cielo que antaño, los indígenas observaban
desde sus ojos inocentes.
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