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lunes, 28 de mayo de 2018



Las Pocetas de Villa de Leyva

En las lagunas no hay vida pero se refleja. El agua cambia de color con el sol, desde el azul al verde esmeralda. Es entonces, cuando la vida se manifiesta. Los árboles se inclinan hacía esas sombras y vivifican el alma aturdida, enalteciendo al caminante que busca inspirarse en su silencio. No son pozos de recuerdo, ni fuentes de plenitud, son lagunas donde las palabras huecas brotan en el aire. El tiempo parece haberse escondido, el vacío es solo un reducto mimético de las circunstancias, la serenidad acompaña cada paso, los recuerdos se disipan. Son siete pozos, siete escalas en el camino hacía una eternidad infundada, cada uno un trozo del cielo que antaño, los indígenas observaban desde sus ojos inocentes.

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