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lunes, 25 de junio de 2018



Dos cuerpos se acercaron entre la vorágine de la ciudad. Dos materias que parecían inertes, se entrecruzaron con el roce sutil que despierta del desvelo. Se encontraron, venciendo los designios del tiempo, bajo el sol de las estaciones. Y de aquel encuentro, nadie parece haberse enterado, pasan a su vera, siguiendo el paso de los paseantes anónimos que gravitan por  la urbe.  Solos, siempre solos, se mantienen unidos, desdeñando el infortunio, abrazados como dos amantes eternos. 

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