Sombras
del Ayer
Todos los días paseo por estas
calles y te veo hasta en las sombras, como un recuerdo que nunca se deja
marchitar. Me parece escuchar el eco promisorio de tu voz diciéndome: deja que la
vida te declare su existencia. Padre, en la noche callejean mis pensamientos
por esos caminos, prohijando sentencias, capricho de la impaciencia y en cada
esquina veo los escollos del destino. Y sin embargo, cuando cuento los pasos
por donde han ido estos pies cansados, siento el periplo que han dado a través
del océano del tiempo. Ahora solo tengo la memoria, deslastrada de la tristeza
pero ataviada con la melancolía, marasmo que me impide soñar con el futuro. Sí
hijo, tu sombra es demasiado alargada, abandónala a su suerte, no hay más
espacio que el que emerge de tu interior, destella la luz con tus palabras. Mira la sombra de ese árbol, los sentimientos
son ramas enzarzadas, a veces amargos, otras amortecidos, disipados pero
créeme, el tiempo cura y doblega cualquier momento sombrío. La dilección que
remueve tu espíritu te hará fuerte, no te debatas solo en esa oscuridad, busca y seguramente encontrarás un nuevo camino.
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